lunes, 8 de julio de 2019

La Cruz, ¿o quizas deberia haber dicho mejor el Amor? "



Al pie de la Cruz, siempre esta Ella.  Palabras enredadas en  la cruz, son viento que secan sus lagrimas con suaves telas, con leves brisas, con amor siempre.





Tengo un amigo irónico , sardónico y disarmónico que se reía hoy de mi capacidad de hacer sonetos. Yo hacerlos, los hago; distinto es que merezcan ser leídos.
Además, como solo escribo por encargo , no me distrae la poesía o lo que quiera que sean de mis otras labores, que las tengo y en demasía.

Como en su momento,  muchas de estas letras, las publique en otro blog. En este, republico. 

Licencia de autor.

De lo que más me gusta de mis disforias.

Disfrutadlo , quien guste de ello.




" A veces la ilusión de que algo cambia es suficiente para hacernos dar el pequeño o gran paso que nos lleve a abandonar las sombras en las que estamos asentados. Y así, intentar cambiarle el escenario a algún aspecto de nuestra vida, aun sin la certeza de dirijirnos a un lugar menos umbrío.

En esta época en las que parece primar la voluntad propia y el derecho omnipotente a ejercerla sobre valores que antes eran considerados adorno y cualidad y ahora mas parecen defecto y lastre, quizás deberíamos volver nuestros ojos con mas asiduidad a la Cruz. 

Necesidad de volver lo ojos a Ella y asirla , pero no como imagen de sufrimiento ni de resignada falta de voluntad. La Cruz como ansia de consuelo, como sed de esperanza, como refugio del desamor, como guía en la oscura ausencia de compromiso.

La Cruz, ¿o quizás debería haber dicho mejor el Amor? "






I: En otra cruz yo soy, y me recorre...


Es una hiedra de rojez y llanto.

Se adueña de mi al ser cada latido.
Maldiciendo, pues es sierpe de fluido,
mientras nutre mi horror con desencanto.

Cuerpo desamparado en el regazo
de otra cruz que a nadie es salvadora.
Injusta enfermedad que me devora.
Sangrar corrompiéndose en mi abrazo.

No podréis ver, pues fulgor no tiene.
Oscura es como ponzoña sin vida,
lacerando mi carne al recorrerme.

Mas, aún sin esperanzas, me mantiene.
Desentierra hueras fuerzas en mi huída
Hambrienta y fiel me iza tras caerme





II: La fe me falta y me devora


Entonces, ¿ésta es la cruz que me espera?

¿La que se otorga abriéndose de brazos?
¿Y ofrece mi cuerpo a los martillazos?
¿La que hace de mi muerte una ramera?

Si mi manos se hieren, salta fuera
y se derrama esparciéndose en mi llanto.
Mi fe no existe ¿Causa en ti eso espanto?
¿Qué ves? ¿Sangre? Mira bien. ¡Es madera!

Crucificado ¿Dónde? En la entraña.
Si no ves mi dolor pues no me miras...
¿Qué habrá de extrañar a tus cegueras?

Quizás sea mi rostro el que te engaña.
¿No reflejo aquello que tú admiras?
Soy sombra de tu Cruz aunque no quieras






III: Veracruz que tornas mi cruz en vida
No morir, a veces, mengua este horror

¡Cómo esta oscura sangre se hace roja!
Se caen de por sí las muertas hojas
y vuelven a sentir donde hay amor.

Madera que en mi cruz ya estaba yerta.
Si en ella hubo muerte, ya no vence.
Fe que a mi ansiedad por fin convence
arrancándose razón turbia y cierta

Cruz que tras matar florece en vida,
y mi fluir se enrojece tras de oír
a la Muerte reír, y huír vencida.

Latir que al latir del dolor me olvida.
Vera-Cruz que me quedas por vivir.
¡¡Mi Sangre enamorada y redimida!!






Pues eso que decíamos. Sonetos. Por encargo y sin distraerme de mis labores.

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