En la Cuaresma de 2012, publiqué un breve estudio medico sobre las lesiones que muestra la imagen del Cristo del Sagrado Descendimiento que tallara Antonio Eslava para su Hermandad de las Angustias, hace ya casi 75 años en la revista que edita la propia cofradia.
En este trabajo de recopilación que supone este blog, lo comparto hoy con vosotros, estimados lectores ( que creo que alguno hay por ahi, o al menos eso espero) como excusa para mostraros el maravilloso retrato a sanguina que realizo del Cristo descendido mi añorado amigo Cristobal Mancha, pintor malagueño afincado en Sanlucar de Barrameda que junto a otro con tecnica mixta a carboncillo y lapiz de tamaño mayor que este, constituyen dos extraordinarias representaciones pictoricas que de esta imagen podemos disfrutar.
El lenguaje usado en el texto es tecnico, pero creo que bastante asequible. Si alguien tiene alguna duda sobre lo leído, que no dude en solicitar aclaración.
Saludos y gracias por vuestro tiempo |
La cruz fue un modo de
tortura y ejecución extendido entre los principales pueblos de la Antigüedad, aunque
fue Roma quien la empleo de forma masiva y reglada. Junto a la “crematio” (ser
quemado vivo) y la “decollatio” (decapitación) constituía la “Summa Supplicia” ( Julius
Paulus. Sententiae 5, 17,29)
La sentencia “Ibis
in crucem” suponía que el mas
cruel de los modos de tortura y ejecución desarrollados por la sádica y cruel
sociedad romana se ponía en marcha , no solo para dar muerte al condenado, sino
para reducir su condición humana a la mínima expresión. La burla, una flagelación
brutal preceptiva con el único límite de no causarle la muerte inmediata, la
desnudez, la tortura prolongada que podía durar varios días, la exposición a
alimañas y por último, la profanación del cadáver, negando la sepultura en el
convencimiento de que así no podría alcanzar la vida en el otro mundo, constituían
el procedimiento habitual.
Cicerón la califico como el más
terrible de los suplicios. Tácito y Plinio el joven entre otros, aportan datos sobre
los delitos castigados con la cruz. Séneca revela que no existía una única
forma de crucificar, sino que quedaba al capricho de los verdugos algo sobre lo
que también incide Flavio Josefo. Justo Lipsio escribe su ”De crucis”, en el s.
XVI recopilando el conocimiento sobre
esta tortura
Aunque escasos, existen vestigios
arqueológicos que demuestran cómo crucificaban los romanos. En 1968, en una
excavación realizada en Giv` at Ha-Mivtar,
en Israel se encontró una tumba con los restos óseos de Jehohanan, fechados
hacia 70 dC. En sus huesos se apreciaban lesiones inequívocamente secundarias a
haber sido crucificado. Su calcáneo derecho aun se encontraba atravesado por un
clavo. El radio, hueso del antebrazo presentaba muescas que sugerían el roce
con un objeto duro, probablemente otro clavo. Ambas tibias estaban rotas, demostrando
el uso del crurifragium, tal y como describe el Evangelio que se hizo con los ladrones.
(Robinson: Crucifixion . STUDIA ANTIQUA • Vol 2 No 1 • WINTER 2000)
Ha sido patente el interés
de la ciencia médica moderna por la pasión de Cristo unido a la expectación
despertada por el estudio de la Sábana Santa venerada en la catedral de Turín. Los
datos revelados por la Síndone, algunos inexplicables para el conocimiento
medico de la época en la que supuestamente fue realizada según la prueba del
carbono 14, ofrecen a la Medicina la posibilidad de elaborar teorías sobre el testimonio
de un cuerpo muerto en la Cruz.
Pierre Barbet, cirujano del
hospital Saint-Joseph de París, en el periodo entre guerras, tomando como base
la imagen del crucificado de la Sabana y estudios de predecesores como Le Bec o
Hynek, elaboró la primera teoría de gran difusión con base científica sobre la
muerte de Cristo. Para Barbet, la causa determinante de la muerte de Jesús (y
de todos los crucificados ) es la asfixia. De su experimentación con cadáveres
dedujo que el enclavamiento de las extremidades superiores se realizó a través
del espacio de Destot, en la muñeca (P Barbet: La Passion de N. S Jesu-Christ selon le chirurgien)
El otro gran estudioso, sobre
la crucifixión es el forense americano Frederick Zugibe. Este autor discrepa de
las teorías elaboradas por Barbet, proponiendo como causa de muerte un estado
de shock hipovolémico y el enclavamiento a través de la muñeca en una
localización que denomina área Z. (FT Zugibe Pierre Barbet revisited. Sindon
N.S. Nº 8, December 1995)
Otras teorías contemplan la
rotura cardiaca o la embolia pulmonar causada por las alteraciones en la
homeostasis En el lado opuesto, el forense granadino M. Lorente basándose en la
interpretación de los datos que aprecia
en la Sabana Santa propone que Cristo sobrevivió a la Cruz (M Lorente: 42 días. Ed Aguilar)
Desde el punto de vista de mi
especialidad, la Medicina Intensiva, la muerte de Cristo no puede verse como
secundaria a un único factor. Como en todo politraumatizado grave, la suma de agresiones
traumáticas tuvo como punto de confluencia un síndrome de respuesta
inflamatoria sistémica, con desarrollo de fracaso multiorgánico. La muerte
finalmente pudo sobrevenir por una arritmia ventricular maligna lo cual explicaría
el grito previo a la expiración (Lc, 23,46) , Mt 27,50), producido en el intervalo de tiempo existente entre el cese de
circulación sanguínea efectiva y la pérdida de conciencia por anoxia cerebral
Llegados a este punto, la
flagelación a la que se vio sometido Jesús es en mi opinión la que determina el
punto de inflexión de todo el proceso que llevara al rápido desenlace final del
que se extrañó Pilatos. El enclavamiento en la cruz impediría cualquier
posibilidad de recuperación.
Contemplando la imagen del Cristo
del Sagrado Descendimiento, nos podemos preguntar si, más allá de su aspecto
devocional, presenta una corrección anatómica y fisiopatológica que lo
convierta en un adecuado modelo para ilustrar la muerte de un hombre
crucificado.
Antonio Eslava nos propone
una imagen del crucificado contenida, sin estridencias ni excesivo dramatismo en
la manifestación de los estigmas pasionales, donde la encarnadura de tonos
oscuros y verdosos contribuye a resaltar la muerte. En general es
anatómicamente correcta, incluso detallista en algunos aspectos específicos aunque
presenta algunas incongruencias asumibles al tratarse de una obra de arte devocional
y no un modelo medico.
Una primera inspección muestra
un varón joven, bien parecido y
proporcionado , de constitución atlética
confirmada por un hueco epigástrico
amplio y la visualización de distintos grupos
musculares sugiriendo escaso panículo adiposo
Iniciando nuestro análisis
por la cabeza apreciamos un rostro sereno, sin tensión, que podría parecer el
de un hombre dormido si no fuera por presentar una facies hipocrática, característica
fundamental que lo dota de gran verismo desde un punto de vista médico. De aparición
en situación agónica o tras sobrevenir la muerte se caracteriza por una marcada
acentuación de los rasgos faciales, destacando la nariz afilada, las mejillas y
ojos hundidos con resalte de los rebordes óseos de órbita y arco zigomático. Nuestro
Cristo tiene el rostro de un cadáver y no el de un hombre vivo.
Observamos equimosis extensa
y regueros de sangre en la frente secundarios a las heridas de la corona de
espinas aunque estas no están talladas. Otra seña característica de la imagen es
la herida contusa en el malar izquierdo.La cabeza se inclina al lado
derecho hundiéndose en el esternón. Este movimiento de flexión y rotación
externa remarca en el lado contralateral la contractura del musculo esternocleidomastoideo.
El tratamiento del pelo permite contemplar la fosa supraclavicular izquierda así
como la tensión del musculo trapecio ipsilateral. Regueros de sangre en las
comisuras de los labios cianóticos dan un toque de dramatismo a la cabeza del
crucificado.El descendimiento de la Cruz
muestra el brazo derecho flexionado en ángulo recto lo cual precisa para
aparentar naturalidad ser sujetado muy cerca del codo. La extensión del brazo
izquierdo, con la mano caída requiere puntos de sujeción en el brazo y la
muñeca. El hueco axilar está correctamente conformado, apreciándose el pliegue
anterior debido al reborde del musculo pectoral mayor y el pliegue posterior
formado por los músculos dorsal ancho y redondo mayor La mano derecha cae fláccida con una postura en extensión de los dedos. La izquierda presenta la
morfología típica denominada en “mano de predicador”, con flexión metacarpiana
y extensión de las falanges de 3er 4º y 5º dedos y extensión de pulgar e
índice, secundaria a la lesión del nervio mediano.El enclavamiento de manos y
pies recibe un correcto tratamiento por parte del imaginero mostrando heridas
causadas por clavos de sección triangular, transfixiantes, con rebordes en las
mismas indicativos de edema e inflamación de los tejidos así como una discreta
hemorragia. La localización de las
llagas en las manos atiende más a un sentido iconográfico que a un rigor médico,
mientras que el enclavamiento de los pies muestra la inserción del clavo a
nivel del segundo espacio intermetatarsianoManos y pies son de hermosa
factura a pesar de las heridas no mostrando la deformidad que deberían tener
tanto por la inflamación secundaria a la agresión con los clavos como al
desgarro de tejidos causado por los movimientos de elevación y descenso en la
cruz para conseguir una respiración efectiva.Los pies muestran livideces,
correctas desde el punto de vista médico, que constituyen un signo de muerte. El
tallado del arco venoso dorsal prominente, ectásico, traduce al igual que las livideces
el acumulo sanguíneo en las zonas declives del cadáver. La coloración oscura de
las manos deben considerarse como como manifestación del proceso de isquemia secundario
al shock.Presenta contusiones en el
hombro izquierdo por la carga de la cruz y en las rodillas por caídas, siendo poco
llamativas las secundarias a la flagelación. En general hay pocas hemorragias, representadas
por regueros de sangre muy oscura, destacando entre todas ellas, por ser más
abundante la causada por la lanzada. Situada en el 5º espacio intercostal muestra una
herida incisa postmortem de labios rectilíneos y continuos sin retracción. La
lanzada estaba contemplada dentro del procedimiento de la crucifixión como
golpe de gracia Teorías sobre el hecho de que manara sangre y agua del costado
de Cristo según el relato evangélico establecen que el golpe alcanzo la aurícula derecha del corazón , única parte del mismo
que tras la muerte alberga sangre. El agua queda explicada por la salida de líquido
seroso almacenado en la cavidad pleural derecha, bien por acumulo como
respuesta inflamatoria a golpes sobre el tórax o bien como trasudación durante
el tiempo de permanencia en la cruz una vez muerto.La encarnadura de tonos
oscuros y verdosos sugiere signos de mala perfusión y oxigenación al sobrevenir
la muerte por asfixia e hipoperfusión tisular por shock .Al contrario de la que
ocurriría en la realidad, su aspecto no provoca rechazo en el espectador que lo
contempla.Son manifiestos signos de
rigor mortis de aparición precoz, fenómeno documentado en muertes traumáticas. Destacaremos
de forma somera la presencia de un tórax en inspiración forzada, por
contractura de la musculatura accesoria, donde se remarcan los rebordes
costales y las inserciones de los músculos serrato mayor y pectoral mayor. Este
aumento del tórax produce un hundimiento epigástrico con prominencia del
hipogastrio con marcado relieve de los músculos rectos anteriores y oblicuos de
la pared abdominal anterior, en parte ocultos por la disposición de la sabanaLa rigidez cadavérica nos
explica la postura de las piernas, pero no el grado de flexión a nivel dorsolumbar
que presenta la imagen. Las extremidades inferiores muestran la contractura de los
cuádriceps destacándose el vasto externo y el recto femoral en ambos muslos. En
las piernas podemos identificar los relieves de los tibiales anteriores, extensores
comunes, peróneos laterales y gemelos. Ambas extremidades se encuentran en flexión
y adducción, ligeramente mas rotada la izquierda manteniendo la postura del enclavamiento
lo que unido a la presentada por los pies, ambos en flexión plantar con
supinación del pie izquierdo permite afirmar que en la cruz, el Cristo del
Sagrado Descendimiento tendría clavado este ultimo sobre el derecho que sería
el que apoyara sobre el madero, atravesados ambos por un solo clavo.

Como conclusión podemos establecer que la imagen es desde el punto de vista médico muy interesante por reflejar aspectos de la crucifixión que traducen un conocimiento amplio por parte del imaginero tanto de anatomía humana como de los fenómenos fisiopatológicos relacionados con la misma,Su carácter de obra de arte devocional justificaría ciertas licencias a la hora de interpretar algunos aspectos inexactos como son la localización de los clavos en las manos, y su secuela nerviosa en la mano izquierda y la postura en la cruz, que de acuerdo a las sujeciones con la sabana tal como se representa debería ser más vertical al estilo que podemos ver por ejemplo en el Cristo del Descendimiento que Buiza tallara para la hermandad homónima de Cádiz.En definitiva Antonio Eslava consiguió representar en esta imagen la Pasión y Muerte de Cristo de una forma correcta desde el punto de vista médico, pero su mayor mérito fue conseguir que esa muerte inspirase devoción y piedad, independientemente de que quien lo contemple reconozca la exactitud de esos signos que supo reflejar con acierto en su obra.