sábado, 4 de octubre de 2014

LAS ANGUSTIAS PERFUMAN LA VIDA

Las Angustias perfuman el aire
No nardos, rosas, claveles o dama de noche y jazmín. No el incienso. No la cera de un altar de cultos. Ni tan siquiera el recuerdo de sus cincuenta años entre nosotros que celebramos con tanta alegría
Las Angustias. Ella. El aire es perfumado por su rostro de dolor y esperanza.


El pregón de lo que viene no se canta en los atriles, se anuncia en nuestros ojos y en nuestra memoria. Ni vencejos, ni lunas, ni lluvias ni tópicos desgastados o por inventar. Es su nombre el que perfuma el hálito que nos da la vida.
 Las Angustias colorean el aire; lo hacen liviano y denso en el mismo anhelo. Y sin necesidad de pensar conscientemente en Ella, solo por Ella somos.  Por el hecho de estar vivos, nuestra vida transcurre en su emoción.
Las Angustias nos muestran el rostro del Reo a muerte como paño manchado de sangre y lastima. ¿Quién se puede resistir a cruzar ese puente que separa Padre e hijos? ¿Quién a beber del manantial de sus cristales quebrados? ¿Quién a quedar ciego contemplando la luz de sus labios que prometen amargor y salvación en el mismo sollozo? ¿Quién puede sentir otra cosa que no sea lo que Ella nos enseña a sentir?
¿Quién puede creer ser, y no ser por Ella?
Las Angustias perfuman el aire, en este  tiempo de celebración y gozo en que conmemoramos que está con nosotros. Pero sed conscientes que este periodo señalado no deja de ser una ilusión, una mera expectativa humana que pone frontera en lo no medible para marcar etapas, caminos y recuerdos. Ella está siempre presente, y nosotros, con cada instante de vida, de forma consciente o sin darnos cuenta, solo sintiendo,  damos gracias a Dios pues nos ha dado a Nuestra Madre desde la Cruz y Nuestra Madre es la Bienaventurada, la llena de Gracia, la Virgen de las Angustias.






Esa es la esencia de este tiempo que nos ocupa.
Las Angustias se hacen aire y el aire todo lo perfuma. Por eso el pregón de lo que viene no se canta en los atriles, se proclama en nuestros ojos y en nuestra memoria.
Porque sinceramente, respondedme…. Estando Ella presente, ¿Qué más da lo que se diga, lo que se cante, lo que se recite, sea en voz alta o baja, de forma pausada o con voz atropellada por el sentimiento? ¿Que pregón más hermoso que mirarla a su cara y decirle Madre, cada uno a nuestra manera, mientras se detiene el mundo y sentimos que Ella nos está mirando?
Las Angustias perfuman el aire. Esa es la esencia de este tiempo; de este y de cualquier otro desde que hace cincuenta años Ella nos bendice en forma de imagen de la Madre de Dios.
Por eso, aunque lo que se diga desde el atril lleve alma, vida y sentimiento, ¿quién no se verá arrebatado por su presencia, y dejara de oír, de ver y de sentir otra cosa que no sea la plenitud del momento frente a frente con nuestra Señora?
¿Qué pregón más hermoso que contemplarla, decirle Madre y sentir que Ella nos está mirando?

Respondedme….

                                                                                                                              Miguel Francisco Benítez Morillo

(Publicado en ANGUSTIAS,  boletin extraordinario  editado por la hermandad de la Quinta Angustia de Carmona con motivo del 50º Aniversario de la bendicion de Ntra Sra y Madre de las Angustias


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