martes, 21 de octubre de 2014

Breve análisis médico del Stmo Xto. del Sagrado Descendimiento.

En la Cuaresma de 2012, publiqué un breve estudio medico sobre las lesiones que muestra  la imagen del Cristo del Sagrado Descendimiento que tallara Antonio Eslava para su Hermandad de las Angustias, hace ya casi 75 años en la revista  que edita la propia cofradia.

En este trabajo de recopilación que supone este blog,  lo comparto hoy con vosotros, estimados lectores ( que creo que alguno hay por ahi, o al menos eso espero)  como excusa para  mostraros el  maravilloso retrato a sanguina que realizo del Cristo descendido  mi añorado amigo Cristobal Mancha,  pintor malagueño afincado en Sanlucar de Barrameda que junto a otro con tecnica mixta a carboncillo y lapiz de tamaño mayor que este, constituyen dos extraordinarias  representaciones pictoricas que  de esta imagen  podemos disfrutar.

El lenguaje usado en el texto es tecnico, pero creo que bastante asequible. Si alguien tiene alguna duda sobre lo leído, que no dude en solicitar aclaración. 
 Saludos y gracias por vuestro tiempo







La cruz fue un modo de tortura y ejecución extendido entre los principales pueblos de la Antigüedad, aunque fue Roma quien la empleo de forma masiva y reglada. Junto a la “crematio” (ser quemado vivo) y la “decollatio” (decapitación)   constituía la “Summa Supplicia” ( Julius Paulus. Sententiae 5, 17,29)
La sentencia “Ibis in crucem” suponía que  el mas cruel de los modos de tortura y ejecución desarrollados por la sádica y cruel sociedad romana se ponía en marcha , no solo para dar muerte al condenado, sino para reducir su condición humana a la mínima expresión. La burla, una flagelación brutal preceptiva con el único límite de no causarle la muerte inmediata, la desnudez, la tortura prolongada que podía durar varios días, la exposición a alimañas y por último, la profanación del cadáver, negando la sepultura en el convencimiento de que así no podría alcanzar la vida en el otro mundo, constituían el procedimiento habitual.
Cicerón la califico como el más terrible de los suplicios. Tácito y Plinio el joven entre otros, aportan datos sobre los delitos castigados con la cruz. Séneca revela que no existía una única forma de crucificar, sino que quedaba al capricho de los verdugos algo sobre lo que también incide Flavio Josefo. Justo Lipsio escribe su ”De crucis”, en el s. XVI recopilando  el conocimiento sobre esta tortura
Aunque escasos, existen vestigios arqueológicos que demuestran cómo crucificaban los romanos. En 1968, en una excavación realizada en Giv` at  Ha-Mivtar, en Israel se encontró una tumba con los restos óseos de Jehohanan, fechados hacia 70 dC. En sus huesos se apreciaban lesiones inequívocamente secundarias a haber sido crucificado. Su calcáneo derecho aun se encontraba atravesado por un clavo. El radio, hueso del antebrazo presentaba muescas que sugerían el roce con un objeto duro, probablemente otro clavo. Ambas tibias estaban rotas, demostrando el uso del crurifragium, tal y como describe el Evangelio que se hizo con los ladrones. (Robinson: Crucifixion . STUDIA ANTIQUA • Vol 2 No 1 • WINTER 2000)
Ha sido patente el interés de la ciencia médica moderna por la pasión de Cristo unido a la expectación despertada por el estudio de la Sábana Santa venerada en la catedral de Turín. Los datos revelados por la Síndone, algunos inexplicables para el conocimiento medico de la época en la que supuestamente fue realizada según la prueba del carbono 14, ofrecen a la Medicina la posibilidad de elaborar teorías sobre el testimonio de un cuerpo muerto en la Cruz.
Pierre Barbet, cirujano del hospital Saint-Joseph de París, en el periodo entre guerras, tomando como base la imagen del crucificado de la Sabana y estudios de predecesores como Le Bec o Hynek, elaboró la primera teoría de gran difusión con base científica sobre la muerte de Cristo. Para Barbet, la causa determinante de la muerte de Jesús (y de todos los crucificados ) es la  asfixia. De su experimentación con cadáveres dedujo que el enclavamiento de las extremidades superiores se realizó a través del espacio de Destot, en la muñeca (P Barbet: La Passion de N. S  Jesu-Christ selon le chirurgien)
El otro gran estudioso, sobre la crucifixión es el forense americano Frederick Zugibe. Este autor discrepa de las teorías elaboradas por Barbet, proponiendo como causa de muerte un estado de shock hipovolémico y el enclavamiento a través de la muñeca en una localización que denomina área Z. (FT Zugibe Pierre Barbet revisited. Sindon N.S. Nº 8, December 1995)
Otras teorías contemplan la rotura cardiaca o la embolia pulmonar causada por las alteraciones en la homeostasis En el lado opuesto, el forense granadino M. Lorente basándose en la interpretación de los datos  que aprecia en la Sabana Santa propone que Cristo sobrevivió a la Cruz  (M Lorente: 42 días. Ed Aguilar)
Desde el punto de vista de mi especialidad, la Medicina Intensiva, la muerte de Cristo no puede verse como secundaria a un único factor. Como en todo politraumatizado grave, la suma de agresiones traumáticas tuvo como punto de confluencia un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica, con desarrollo de fracaso multiorgánico. La muerte finalmente pudo sobrevenir por una arritmia ventricular maligna lo cual   explicaría el grito previo a la expiración (Lc, 23,46) , Mt 27,50), producido en el  intervalo de tiempo existente entre el cese de circulación sanguínea efectiva y la pérdida de conciencia por anoxia cerebral
Llegados a este punto, la flagelación a la que se vio sometido Jesús es en mi opinión la que determina el punto de inflexión de todo el proceso que llevara al rápido desenlace final del que se extrañó Pilatos. El enclavamiento en la cruz impediría cualquier posibilidad de recuperación.
Contemplando la imagen del Cristo del Sagrado Descendimiento, nos podemos preguntar si, más allá de su aspecto devocional, presenta una corrección anatómica y fisiopatológica que lo convierta en un adecuado modelo para ilustrar la muerte de un hombre crucificado.
Antonio Eslava nos propone una imagen del crucificado contenida, sin estridencias ni excesivo dramatismo en la manifestación de los estigmas pasionales, donde la encarnadura de tonos oscuros y verdosos contribuye a resaltar la muerte. En general es anatómicamente correcta, incluso detallista en algunos aspectos específicos aunque presenta algunas incongruencias asumibles al tratarse de una obra de arte devocional y no un modelo medico.
Una primera inspección muestra  un varón joven, bien parecido y proporcionado , de constitución atlética  confirmada por  un hueco epigástrico amplio  y la visualización de distintos grupos musculares sugiriendo escaso panículo adiposo
Iniciando nuestro análisis por la cabeza apreciamos un rostro sereno, sin tensión, que podría parecer el de un hombre dormido si no fuera por presentar una facies hipocrática, característica fundamental que lo dota de gran verismo desde un punto de vista médico. De aparición en situación agónica o tras sobrevenir la muerte se caracteriza por una marcada acentuación de los rasgos faciales, destacando la nariz afilada, las mejillas y ojos hundidos con resalte de los rebordes óseos de órbita y arco zigomático. Nuestro Cristo tiene el rostro de un cadáver y no el de un hombre vivo.










Observamos equimosis extensa y regueros de sangre en la frente secundarios a las heridas de la corona de espinas aunque estas no están talladas. Otra seña característica de la imagen es la herida contusa en el malar izquierdo.La cabeza se inclina al lado derecho hundiéndose en el esternón. Este movimiento de flexión y rotación externa remarca en el lado contralateral la contractura del musculo esternocleidomastoideo. El tratamiento del pelo permite contemplar la fosa supraclavicular izquierda así como la tensión del musculo trapecio ipsilateral. Regueros de sangre en las comisuras de los labios cianóticos dan un toque de dramatismo a la cabeza del crucificado.El descendimiento de la Cruz muestra el brazo derecho flexionado en ángulo recto lo cual precisa para aparentar naturalidad ser sujetado muy cerca del codo. La extensión del brazo izquierdo, con la mano caída requiere puntos de sujeción en el brazo y la muñeca. El hueco axilar está correctamente conformado, apreciándose el pliegue anterior debido al reborde del musculo pectoral mayor y el pliegue posterior formado por los músculos dorsal ancho y  redondo mayor La mano derecha  cae fláccida con una postura en extensión  de los dedos. La izquierda presenta la morfología típica denominada en “mano de predicador”, con flexión metacarpiana y extensión de las falanges de 3er 4º y 5º dedos y extensión de pulgar e índice, secundaria a la lesión del nervio mediano.El enclavamiento de manos y pies recibe un correcto tratamiento por parte del imaginero mostrando heridas causadas por clavos de sección triangular, transfixiantes, con rebordes en las mismas indicativos de edema e inflamación de los tejidos así como una discreta hemorragia.  La localización de las llagas en las manos atiende más a un sentido iconográfico que a un rigor médico, mientras que el enclavamiento de los pies muestra la inserción del clavo a nivel del segundo espacio intermetatarsianoManos y pies son de hermosa factura a pesar de las heridas no mostrando la deformidad que deberían tener tanto por la inflamación secundaria a la agresión con los clavos como al desgarro de tejidos causado por los movimientos de elevación y descenso en la cruz para conseguir una respiración efectiva.Los pies muestran livideces, correctas desde el punto de vista médico, que constituyen un signo de muerte. El tallado del arco venoso dorsal prominente, ectásico, traduce al igual que las livideces el acumulo sanguíneo en las zonas declives del cadáver. La coloración oscura de las manos deben considerarse como como manifestación del proceso de isquemia secundario al shock.Presenta contusiones en el hombro izquierdo por la carga de la cruz y en las rodillas por caídas, siendo poco llamativas las secundarias a la flagelación. En general hay pocas hemorragias, representadas por regueros de sangre muy oscura, destacando entre todas ellas, por ser más abundante la causada por la lanzada.  Situada en el 5º espacio intercostal muestra una herida incisa postmortem de labios rectilíneos y continuos sin retracción. La lanzada estaba contemplada dentro del procedimiento de la crucifixión como golpe de gracia Teorías sobre el hecho de que manara sangre y agua del costado de Cristo según el relato evangélico establecen que el golpe alcanzo la aurícula  derecha del corazón , única parte del mismo que tras la muerte alberga sangre. El agua queda explicada por la salida de líquido seroso almacenado en la cavidad pleural derecha, bien por acumulo como respuesta inflamatoria a golpes sobre el tórax o bien como trasudación durante el tiempo de permanencia en la cruz una vez muerto.La encarnadura de tonos oscuros y verdosos sugiere signos de mala perfusión y oxigenación al sobrevenir la muerte por asfixia e hipoperfusión tisular por shock .Al contrario de la que ocurriría en la realidad, su aspecto no provoca rechazo en el espectador que lo contempla.Son manifiestos signos de rigor mortis de aparición precoz, fenómeno documentado en muertes traumáticas. Destacaremos de forma somera la presencia de un tórax en inspiración forzada, por contractura de la musculatura accesoria, donde se remarcan los rebordes costales y las inserciones de los músculos serrato mayor y pectoral mayor. Este aumento del tórax produce un hundimiento epigástrico con prominencia del hipogastrio con marcado relieve de los músculos rectos anteriores y oblicuos de la pared abdominal anterior, en parte ocultos por la disposición de la sabanaLa rigidez cadavérica nos explica la postura de las piernas, pero no el grado de flexión a nivel dorsolumbar que presenta la imagen. Las extremidades inferiores muestran la contractura de los cuádriceps destacándose el vasto externo y el recto femoral en ambos muslos. En las piernas podemos identificar los relieves de los tibiales anteriores, extensores comunes, peróneos laterales y gemelos. Ambas extremidades se encuentran en flexión y adducción, ligeramente mas rotada la izquierda manteniendo la postura del enclavamiento lo que unido a la presentada por los pies, ambos en flexión plantar con supinación del pie izquierdo permite afirmar que en la cruz, el Cristo del Sagrado Descendimiento tendría clavado este ultimo sobre el derecho que sería el que apoyara sobre el madero, atravesados ambos por un solo clavo. 



Como conclusión podemos establecer que la imagen es desde el punto de vista médico muy interesante por reflejar aspectos de la crucifixión que traducen un conocimiento amplio por parte del imaginero tanto de anatomía humana como de los fenómenos fisiopatológicos relacionados con la misma,Su carácter de obra de arte devocional justificaría ciertas licencias a la hora de interpretar algunos aspectos inexactos como son la localización de los clavos en las manos, y su secuela nerviosa en la mano izquierda y la postura en la cruz, que de acuerdo a las sujeciones con la sabana tal como se representa debería ser más vertical al estilo que podemos ver por ejemplo en el Cristo del Descendimiento que Buiza tallara para la hermandad homónima de Cádiz.
En definitiva Antonio Eslava consiguió representar en esta imagen la Pasión y Muerte de Cristo de una forma correcta desde el punto de vista médico, pero su mayor mérito fue conseguir que esa muerte inspirase devoción y piedad, independientemente de que quien lo contemple reconozca la exactitud de esos signos que supo reflejar con acierto en su obra.

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